Esta semana he ido como pollo sin cabeza.
Se me han solapado unas cuantas cosas, todas de esas para antes de ayer, que me han hecho ir con la lengua fuera.
Normalmente, me organizo y planifico bien. Y suelo llegar a todo. Aunque estos últimos días he llevado un ritmo poco sostenible que no me hace sentir demasiado cómoda.
Pero bueno, las rachas hay que aprovecharlas, me dicen.
Sobre todo si son buenas. Que lo son.
Pero… ¿Qué pasa cuando vas de culete? (Hablaba de esto hace unos meses)
Pues que a veces la cagas. Sí, metes la pata.
Justo lo que me pasó el viernes, cuando estaba en pleno apogeo en mi circo de tres pistas.
Metí la pata: se me escapó una tilde.
Un acento mal puesto que me dio dolor de estómago.
No te quiero contar lo que es eso cuando además tienes un megacolon.
Una tilde. Con lo pequeña y escuálida que es, y el retortijón que me dio.
Yo, que, además, soy una friki de la ortografía, y suelo pensar que la gente no revisa sus textos antes de publicarlos. Pecadoresssss.
Pues ¡toma!, en toda la cara.
Además, se me coló en una pieza importante de un cliente con el que acabo de empezar a trabajar.
Vengaaa, marchando dos tazas de caldo.
––Bueno, respira. No pasa nada. No es tan grave (mi cabeza repitiendo el mantra).
Ciertamente, no lo es. Porque prácticamente nadie se ha dado cuenta de ese acento asesino.
Yo lo hubiese visto, si hubiera estado en el otro lado. Lo reconozco.
Vale, se me escapó. Cosas del directo. Y de las prisas.
¿Por qué cuento esto?
Pues para decirte que, muchas veces, en la comunicación de las empresas (como en la vida), más vale hecho que perfecto.
Se pueden cometer fallos, es humano.
Y se pueden reconocer. Aún más humano.
Y no pasa nada.
¿Podríamos no haber publicado? Sí, por supuesto.
Aunque nos hubiéramos perdido la interacción y el cariño de las personas que nos han leído.
Yo creo que eso es mucho más importante que una simple tilde. Por mucho que se me indigestase en el primer momento.
Lo mismo te puede pasar a ti si no le estás prestando mucha atención a tus comunicaciones.
¿Es mejor no publicar? ¿Y no comunicarte con tu público?
Pues mira, no.
Más vale que empieces, aunque sea poco a poco y con algún gazapillo. Y ya irás prosperando y haciéndolo mejor.
Yo puedo ayudarte a empezar. En cualquiera de tus comunicaciones.
Y especialmente, si lo que quieres es empezar a enviar mails a tus clientes. Mails memorables. De esos que se recuerdan. Y que impactan.
Te cuento de qué va AQUÍ.
P.S. Una buena manera de subsanar el error, es reconociéndolo públicamente, con un toquecito de humor y humildad. De verdad que funciona.
P.S.2 También puedes no meneallo y continuar. Tampoco va a pasar nada.
Este mail tiene 482 palabras.
45 minutos para escribirlas y 15 minutos para editar. Muchos más dándole a la cabeza con la puñetera tilde.
-> Si has llegado aquí por casualidad y quieres recibir más mails como este…
-> ‘Compartir es vivir’, así que, si te ha gustado este email, compártelo con alguien a quien creas que le puede gustar.
-> ¿Quieres contarme algo? Avanti…