Max ha cumplido 21 años.
Mi hijo mayor, el de los quebraderos de cabeza y ‘El Elemento’. (Si no sabes de qué hablo, puedes leerlo aquí).
El caso es que es un tío poco hablador. ‘Sí, no, vale y voy’, suelen ser sus palabras más recurrentes.
Él dice que si no tienen nada que decir, para qué abrir la boca.
Lo mismo con los mensajes de WhatsApp. Bueno, ya me he acostumbrado a que me deje en visto, o a sus okeyyyy, casi siempre a destiempo.
Pues fuimos a comer, para celebrar su cumple. Y ese día estaba especialmente parlanchín.
Empezó a contarnos historietas del bar dónde trabaja. Para los que tenemos una edad, que tu hijo trabaje en L’Ovella Negra, donde tantas veces hemos salido de lado, es, cuando menos, chocante.
Nos decía que si algo había aprendido allí, además de trabajar muy duro, era a lidiar con la gente. Más que a lidiar, a socializar de una forma asertiva.
––Mamá, es que el cliente no siempre tiene la razón. Hay sitios en los que eso es sagrado, pero aquí, tenemos la libertad de decir las cosas sin pelos en la lengua, siempre con educación y respeto. Podemos rebatir un mal comentario, llamarles la atención o echarles si no se comportan bien.
––Tengo el consentimiento de mis jefes para ser claro con los clientes. Si yo les trato bien, ellos también deberían hacerlo. Y no entiendo cómo la gente no practica más lo de ser respetuoso, con lo poco que cuesta. Y van amargados y sobrados por la vida.
Nos contaba cómo los clientes a veces se pasan con él, troleándole con los pedidos, intentando engañarle o poniéndose chulitos e insultando.
––Yo no tengo que hacer nada, solo llamar al de seguridad y él se encarga, pero normalmente procuro darles una explicación de forma educada. No me cuesta nada.
Los que me conocen saben que toda esta conversación a mí me sabe a gloria, porque el muchacho es parco en palabras y difícilmente sabes lo que está pensando, así que disfruté con estas reflexiones, casi más que con las gambas rojas.
De todo esto, saco algunas conclusiones:
- Lo he hecho bastante bien. Ha quedado una base de responsabilidad, educación y respeto que es lo que te abre caminos en la vida.
- Tener la libertad de decir las cosas sin pelos en la lengua, pero de forma asertiva y respetuosa es un must. Mi hijo tiene razón: deberíamos practicarlo más a menudo.
- Para qué enrollarse y darle vueltas a las cosas si no es necesario. Mejor ser claro, y conciso en tus mensajes. Llegan mejor y surten mucho más efecto.
Esto último es muy útil a la hora de definir lo que eres y lo que haces.
Para muestra, un botón. Te comparto la última entrada de mi recién estrenado blog, que está en mi recién estrenada web.
Por si te sirve y te ayuda con lo tuyo.
P.S. Este nuevo y flamante blog quiere ayudarte con truquis y consejos para escribir, expresarte y comunicar mejor. Es todo tuyo.
P.S.2: Para flamantes, los ‘esmorzars de forquilla’ que te puedes tomar en Granja Elena, mi recomendación de esta semana. A mis hijos les flipó.
P.S.3: No sé si mandaré mail los próximos domingos. A lo mejor me tomo un descanso, a lo mejor, no. Just in case, espero que tú descanses mucho también.
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