Una chuleta de caserío, la noche de las Perseidas y la casa a cuestas. Historietas del norte.
(Repasito rápido por los periplos de agosto. Fácil, fresco y con sabor a brasa // Este es mi envío n.º 136 //).
✏ Desde mi escondite
Hoy escribo desde el norte. Lugar indeterminado, entre monte y monte. Medio cerca de San Juan de Gaztelugatxe.
♫ Cuéntame al oído
No hay audio, ya lo siento. Es complicado grabar en medio de la nada. Por demasiado silencio o por poquísima cobertura.
☕ Cotidianidades Extraordinarias
He estado de vacaciones en Macondo.
¿No te lo crees? Ya… bien que haces.
—Sobre todo, sobre todo, no cuentes que has estado aquí.
Eso me dijeron nuestros anfitriones. Para que no vaya más gente. A un pequeño paraíso que nos ha sorprendido mucho.
Me va a costar no contarlo. Porque es que merece mucho la pena.
Bueno, te dejaré unas cuantas pistas, a ver si lo adivinas.
Queríamos unas vacaciones tranquilas. Que el verano pasado fuimos de festival en festival y tiro porque me toca. Necesitábamos relax. Y sí, lo hemos tenido, con algún pequeño conato de juerga y cachondeo. Si no, no seríamos nosotros.
—Vamos a cenar en este restaurante. Que tiene pintón.
Sitio precioso, jardín y buena temperatura, mesas coquetas. Vino buenísimo, recomendado por el sommelier, que estaba de visita.
Noche estrellada. Mucho. Pero el día de las perseidas es el 12. Vamos a esperar.
Rutilla en bici. Una vía verde del norte que fue un gustazo.
—Lo peor será volver después de comer.
Porque no sé dónde estabas tú los primeros días de agosto, pero hacía un calor insoportable.
Pues mira por dónde, nuestros amigos de Girona pasaban por allí, y nos recogieron a la vuelta. Perfecto.
—Vamos a comer en este pueblo, que os va a encantar. Macondo.
Visita casi de médico, pero qué buen rato.
—Ahora vamos a comprar una manta (preciosísima), ya que estamos aquí y luego nos tomamos unas birras con una amiga que vive en el pueblo. En Macondo.
Manta, perro, bicis. Todos juntos, de zuritos. A los que se fueron uniendo todos los componentes de la “peña peñuza”, un grupete maravilloso de, llamémosles, expatriados con gusto, que viven en el pueblo, pero no son de allí. Se juntan diseñadores, historiadores, sommeliers, informáticos y profesionales locales de lo más variopinto. Y lo hacen para comer, beber y debatir sobre lo humano y lo divino. Todo muy random. Y muy fantástico porque… ¡Qué noche la de aquel día! Ya no recordaba cómo beben los norteños. Y qué amigos tan majos puedes hacer en una noche, en un sitio en el que la buena gente se junta y la amistad se exalta. Quizás más adelante escriba un poquito más sobre todos ellos, que tienen rollito.
Venga, seguimos. Nos vamos al verde. Pero vamos antes a pasar por la calle Laurel a comernos unos champiñones. Y un torreznito.
Y continuamos hacia el pueblo dónde un asesino misterioso dejaba como marca de la casa un Txantxigorri en el cuerpo de sus víctimas. No pensé que tanta gente acudiría a visitar la casa de la tía Engrasi. Cuando algo se hace viral…
Allí nos tomamos una txuleta rica y descubrimos los taloak como cosa típica. Rellenitos de txistorra, eso sí. Y hablando de txistorra, qué buenísima estaba la que hicimos a la barbacoa en otro pueblito superrecóndito del monte vasco.
Una de las mejores cosas que tiene viajar sin rumbo fijo es que descubres sitios alucinantes de los que nadie te ha hablado antes y que prefieres que continúen en el anonimato. Y si te gustan, pues te quedas un día más.
Antes de eso, nos volvimos a juntar con amigos, esta vez en Cantabria. Alternar tranquilidad y cachondeo, cómo nos gusta.
Y otra vez al monte.
Ver las estrellas fugaces en el pico de una montaña a la que nunca llegarías si no existiera Internet. Qué cosas. Y qué preciosidad. Un vino y un queso que era un espectáculo. Nada más. Y a pedir deseos, de los que se cumplen.
Keep going.
—Me apetece una carne de caserío. De esos que están perdidos entre el verde de los prados y el de los bosques. Txuleta, ensalada y vino. Felicidad en estado puro. El sitio, de cuento.
Al final, hemos dado más vueltas que un molinillo. Y entrado y salido de las comunidades autónomas un montón de veces. No hemos cumplido casi ningún plan de los que estaban previstos. Está bien así.
Y tú dirás… ¿Y a mí qué me importan tus vacaciones? Pues, nada, probablemente.
¿Yo tenía ganas de contarlas? Tampoco especialmente.
Quizás hoy escribo solo para recordar algunos de los lugares que hemos visitado y en los que hemos sido felices. Visitas atípicas, todas. Y gastronómicas, también.
Y para ir cogiendo carrerilla para los próximos meses, que prometen ser intensos. No sé si en cuanto a viajes, pero sí en cuanto a escritura.
Así que, si has leído hasta aquí, gracias. Son casi 800 palabras de vacaciones. Seguramente te habrás liado, por el desorden de los días y de los recorridos. No importa. Me apetecía compartir. Quédate con las sensaciones.
Moraleja: haz planes para después petártelos todos. Pero, vayas dónde vayas, procura juntarte con buena gente y disfruta de la buena comida y la buena bebida. Aunque sea agua con gas. Que también le hemos cogido el gusto. Y escribe, de la manera que quieras, pero hazlo. Es una forma maravillosa de recordar y de disfrutar lo vivido.
En breve volveré con otras historias. Y de nuevo te venderé cosas. Y quizás te animes a comprar. Pero eso será en unos días. Voy a ver si apuro el norte.
☘ De remate
No te vayas sin esto:
P.S. Macondo, en euskera, empieza por “E”, como muchos de los sitios que nos han gustado. Tiene estación de esquí, mantas de mohair que hay que cepillar y no lavar y un aumento del 900% de la población de invierno a verano. Hala, ya lo he dicho. Sorry, L. y resto de la “peñuza”. Quizás os visite gente maja con la que podáis compartir ese buen rollo que lleváis encima. Ojalá pronto.
P.S. 2 El restaurante cuqui lo encontrarás muy fácilmente si vas a Macondo. Se salen.
P.S. 3 El de la txuleta sí lo comparto. Está en Larrabetzu y te diría que es imperdible si estás por la zona: Horma Ondo, dónde la carne es gallega, frisona (es la buena para la brasa) y si te decantas por el pescado, tienen lo mejor. Atención a los detalles y todo muy vasco.
P.S. 4 Tengo más sitios para recomendar. Si te interesan, escríbeme. Te lo cuento con mucho gusto.
✔ Trucos y trastos
Esto de la vida nómada, hace que te espabiles. Kaixo, hazte el vasco. Que esto de ser amable y hablar idiomas, te abre muchas puertas.
No te pierdas, Park4Night, una app para “compartir sitios bonitos en autocaravanas, furgonetas convertidas y furgones”. Imprescindible para saber dónde dormir y descubrir sitios como el monte de las perseidas.
El mejor truco es tener amigos en todas partes, que te acojan si les encarta o que te recomienden buenos sitios para comer. Si no hay amigos, una sonrisa, un chiste malagueño y ser amable, hacen que consigas mesa en restaurantes que están a petar.
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