Lo que aprendí del jamón de bellota, los descuentos de feria y la testosterona
(Han pasado 25 años. Yo he cambiado. Las ferias, también. Y tú… ¿Sigues contando lo mismo de siempre? ++ Este es mi envío n.º 176 de Cuento Cosas).
✏ Desde mi escondite
Hoy escribo desde Barcelona. Aun recuperándome de la boda, después de haber pasado apenas 24 horas en Cadaqués, y encarando mi próxima vuelta al sol. Que ya van siendo unas cuantas.
☕ Cotidianidades Extraordinarias
Me planto en la puerta de Construmat 2025.
Y, de golpe, me doy cuenta de que han pasado 25 años desde la primera vez que puse un pie en esta feria.
Entonces vine como hija de. Hoy vengo como responsable de comunicación. Como la que cuenta lo que pasa. Para un cliente, sí. Pero también para mí.
Al entrar, un escalofrío recorre mi cuerpo. Como un chispazo.
Joder, ha sido como un flashback, un déjà vu, y me he visto, hace 25 años, yendo con mi padre a pasar el día entero a la feria.
Las ferias de Barcelona, Bilbao y Zaragoza eran los acontecimientos del año (hasta que los Desayunos Moval, les robaron el protagonismo, jeje).
Nada que ver con lo que son ahora. Yo sigo creyendo que son eventos que cuestan un dineral y que no tienen el retorno que deberían, comercial y económicamente hablando, sobre todo para los expositores.
Para los visitantes es distinto. En aquella época, sí que se hacía negocio. Llegábamos temprano y acabábamos a las mil. Recuerdo las primeras veces:
—Prepárate, que te voy a presentar a todo el mundo—, menudo mi padre.
Íbamos, stand por stand, saludando a unos y a otros. Su frase favorita:
—Esta es mi hija, y dentro de muy poco, vais a tener que hacer los tratos con ella. Que no os pase nada.
Qué presión. Mi padre era conocido en el sector por ser buen negociante, apretar a los proveedores y conseguir buenos tratos.
Durante las tres o cuatro primeras horas, era un no parar: presentaciones, demostraciones, las novedades, los pedidos con descuento de feria. Más descuento, y venga apretar.
A la hora de comer, llegábamos al punto de encuentro donde se reunían todos los amigos y conocidos: el stand de uno de los fabricantes, que era japonés, pero que hacía un despliegue brutal de jamón de bellota y del mejor vino. Primero el pedido; luego el disfrute.
Y ahí ya empezaba el cachondeo. Yo era prácticamente la única mujer, pero como era la hija de, me llevaban en palmitas y me lo pasaba pipa con todos los amigos de mi padre. A partir de ahí ya no había más negocio, solo diversión.
Así se pasaba la tarde. Y mañana más.
Para mí fue un buen aprendizaje: conocer bien a las marcas y a las personas que estaban al frente, aprender a negociar de la mano de uno de los mejores y entender cómo iban las cosas en un sector donde la testosterona mandaba por encima de algunos principios.
Mandaba tanto, que no me dejaron ir a un viaje a Japón porque era la única mujer de todos los distribuidores y dijeron que “no me sentiría cómoda”. Tócate un pie.
Aprendí a lidiar también con eso y a hacer las cosas de otra manera. No negaré que me costó lo mío. Venía de una época en la que muchos tratos se cerraban con los whiskies de la sobremesa. Lo habitual, por desgracia.
Nada que no haya pasado en otros sectores, pero reconozco que costó hacerme valer. Afortunadamente, mi padre siempre me apoyó, lo cual le agradezco profundamente.
Fueron unos cuantos Construmats. Hasta que llegó la crisis y la cosa fue de capa caída. Algunas marcas dejaron de exponer y cada vez había menos gente. Fueron años duros.
Después ya cerramos el negocio y todo lo que tenía que ver con las herramientas y la maquinaria portátil dejó de estar presente en mi vida. Bueno, todo no, me quedaron 10 años de calvario para superar un concurso de acreedores y las situaciones más kafkianas que puedas imaginar. De ahí el escalofrío, supongo.
En fin. Ya pasó.
El caso es que el Construmat de este año ya no tiene prácticamente nada que ver con aquellos de entonces. Todo es más suave, más slow, más centrado en la sostenibilidad.
Personas más jóvenes (será que soy 25 años mayor), muchas más mujeres y muchas mesas redondas, ponencias y conferencias. Ya no hay jamón, pero sí croissants y café. Ni mejor, ni peor: distinto.
Las ferias también evolucionan. Ahora quizás ya no son un punto neurálgico para el negocio puro y duro, pero sí son una buena ocasión para fomentar las relaciones y encuentros entre profesionales, la visibilidad de las marcas y afianzar algunos acuerdos que acabarán derivando en negocio.
Las ferias cambian. Nosotros también.
Nuestros negocios, nuestros mensajes, lo que contamos. Y cómo lo contamos.
Si hace años tu web, tus textos o tu bio conectaban contigo… puede que hoy ya no lo hagan. Porque tú has cambiado. Y contigo, tu proyecto.
Y aquí viene lo importante: Tus contenidos también tienen que evolucionar.
¿Sientes que se han quedado obsoletos? Yo puedo ayudarte a actualizarlos. Y a hacer que se correspondan con lo que eres ahora. En 2025. Que, seguramente, poco tiene que ver con lo que eras cuando empezaste.
¿No sabes si necesitas algo grande o solo un primer empujón?
Si quieres probar cómo podemos trabajar juntos antes de lanzarte a proyectos más grandes, tengo algunas opciones que pueden ser una buena puerta de entrada.
A partir de ahí, si ves que nos entendemos (que suele pasar), podemos ir más allá: construir tu web, diseñar tu estrategia de contenidos o acompañarte con una dirección de comunicación externa. O lo que sea que necesites.
Vamos, lánzate. Escríbeme y cuéntame en qué punto estás. Seguro que encontramos una buena opción.
☘ De remate
No te vayas sin esto:
P.S. Así empezó el cliente para el que fui a cubrir el evento de este Construmat. Sentía que necesitaba actualizar sus contenidos, darles un giro. Para que reflejasen todo lo que están haciendo en este momento. Que es mucho y poco tiene que ver con lo que hacían hace unos años. Y le hemos dado una vuelta bien chula. Te lo contaré en breve con detalle.
P.S. 2 En la feria me encontré, muy brevemente, con uno de los pocos que quedan de aquella época. Mi amigo A. Que ahora lo es. Porque 25 años dan para mucho. Para aprender. Para evolucionar. O, como decía mi padre, para hacerse respetar.
✔ Trucos, trastos y algo más
El truco: ir a Cadaqués entre semana. Poca gente, tranquilidad, buena comida y bastante Tramontana. Seny i rauxa, como tiene que ser.
El sitio: Una cena informal y divertida en el Oli Bar Cadaqués. Acaban de abrir, tienen ganas y lo hacen bien. Vinos naturales y platos sorprendentes. La mezcla del personal es espectacular. Yo diría que lo van a petar.
🫢 Palabras Improbables
Cada semana, una palabra común con un significado que no esperabas. Inspirado en Verbolario de Rodrigo Cortés, porque el lenguaje siempre tiene sorpresas.
Hablando de…
Evolucionar, v.intr. Envejecer bien.
📷 La imagen
No te he contado nada de la boda, ni de la mágica luz de Cadaqués. La foto es de nuestra mesa en Es Baluard, con las mejores vistas sobre Es Portal. 24 horas de cosas bonitas.
→ Si has llegado aquí por casualidad y quieres recibir más mails como este…
→ ‘Compartir es vivir’, así que, si te ha gustado este email, compártelo con alguien a quien creas que también le va a gustar.
→ ¿Quieres contarme algo? Avanti….