La muerte os sienta tan bien… o cómo ser desafortunada
(No es la peli de mi vida, pero podría serlo. Dentro metedura de pata // Este es mi envío n.º 145 //).
✏ Desde mi escondite
Hoy escribo desde Barcelona. Postfiesta de no cumpleaños, inauguración de una casa en la que no van a vivir y en la que se ha mezclado y divertido, gente de distinta calaña y condición, como diría Fernán Gómez.
♫ Cuéntame al oído
He decidido eliminar esta sección. Yo no soy podcaster y me cuesta mucho aceptar la mediocridad de mis audios. Así que, zapatero a tus zapatos. Y yo, a escribir.
☕ Cotidianidades Extraordinarias
Por si te suena, el asunto del mail es el título de una comedia negra de los 90, que no he visto, pero que, con lo que te voy a contar a continuación, igual me la pongo esta tarde y así, relativizo.
He ido a dos funerales en dos semanas. Estamos llegando a esa edad en la que, tristemente, vamos perdiendo a nuestros progenitores. Ley de vida, sí. Pero una putada, al fin y al cabo.
Pues fui con mi amiga R. a dar el pésame a nuestra amiga S. Acababa de perder a su padre, tras muchos días de sufrimiento.
Era sábado y temprano, por lo que había muy poca gente en el velatorio (qué palabra más terrible, ¿no?).
Nos abrazamos. De forma muy sentida. Perder a un padre debe ser horrible y yo a S. la quiero mucho, mucho.
Estaba muy guapa. Y muy elegante. Como ella es.
Mi amiga R., para romper un poco la incomodidad del momento, le dijo:
—Qué guapa estás. Y con tacones, después de estar aquí dos días…
Y yo, con mi mejor intención:
—Es que S., antes muerta que sencilla.
Mi mente:
—¿Comoooooooo? ¿Estás locaaaaa? ¿Qué es lo que acaba de salir de tu boca?
Imagínate la escena.
Yo, deshaciéndome en disculpas y buscando un lugar para esconderme:
—Ostras, perdonaaaaa, ¿cómo he dicho yo eso? Lo siento, no es nada propio de mí… (y toda la retahíla propia de una burrada como esta).
S., con cara y media sonrisa de circunstancias:
—Hombre, muy bien traído, no está.
A R. le dio un ataque de risa que tuvo que doblarse, literalmente, porque no podía contener las carcajadas. Llorando estaba, pero de risa.
La pobre viuda, mirándonos como si estuviéramos idas, y con razón.
Yo, entre risas, disculpas y mucha vergüenza:
—A ver, un momento. Que lo que quería decir es que S. siempre va divina de la muerte.
¡Booooom!
¿Se puede ser más desafortunada? Y además, reincidente.
S., resignadísima:
—Vengaaaa, sigueeee.
No recuerdo haber visto a R. reírse tanto en años.
Yo solo podía decir:
—Lo siento, lo siento. Yo no soy así, no me reconozco.
En bucle.
En mi defensa, si es que la hay, diré que jamás en la vida he sentido tanto bochorno.
Por supuesto, S. no nos presentó a su madre, que creo que nos recordará como a unas locas maleducadas.
Y por si fuera poco, tuvimos que marcharnos del tanatorio corriendo, porque nos llamó la guardia urbana que se nos llevaba la moto.
Un show.
R. contó esta situación cinco o seis veces a diferentes amigos, el mismo día y en cada una de ellas me decía, entre lágrimas:
—Aún no me puedo creer que tú hayas dicho eso.
Yo, avergonzada, resignada y descojonada a partes iguales, le escribí a mi amiga S. para pedirle disculpas y atribuir la metedura de pata a circunstancias hormonales que están pasando por mi vida.
Ella me contestó:
“Me ha encantado. A mi padre le hubiera hecho gracia! Y encima, ¡me dices que la policía se quería llevar la moto! No creo que haya nada más almodovariano. ¡Me encanta niña! ¡No cambies!”.
Yo sé que ella me quiere mucho y que lo disculpa, pero te aseguro que yo quería morirme.
¿Veees? Es que yo creo que usamos muy a menudo expresiones relacionadas con la muerte.
Bueno, y ¿cuál es la moraleja de toda esta historia almodovariana?
Lo primero, rendir un pequeño homenaje a Jesús, el padre de S. Allá dónde esté, quizás está sonriendo y eso siempre es bien.
Después, contarte que todos estamos expuestos a meter la pata, a hacer el ridículo y a salirnos de nuestras formas y casillas de vez en cuando. Y no pasa nada, somos humanos.
Por último, y ya lo he dicho varias veces, a todo se le puede sacar punta. Y una sonrisa. Usar el humor en situaciones difíciles o tristes, hace las cosas más llevaderas. Y la levedad es algo que deberíamos practicar más a menudo. Estoy segura de que nos iría mucho mejor en la vida. Así, en general.
Por eso, cuando te comuniques con tus clientes, intenta relativizar, ponerle una chispita de humor a tus textos y contar las cosas con un poquito más de levedad. Y sobre todo, practica la autenticidad. Es la mejor manera de conectar con las personas.
(A ser posible, no lleves esa autenticidad al extremo, no sea que te abochornes como yo).
Si quieres, yo te ayudo a comunicar con autenticidad, levedad y sentido del humor. Tengo bastante práctica ☺️
Mi frase de remate al contarle la situación a una amiga fue: “Y tuvimos que salir del tanatorio como alma que lleva el diablo”.
Ale, supera eso.
Para contar historias auténticas, con un puntito (y a ser posible sin bochorno):
☘ De remate
No te vayas sin esto:
P.S. Para contrarrestar, esta semana he tenido que trabajar en unos textos muy técnicos y muy formales. Realmente, la levedad y el humor no tenían cabida aquí. Polifacética que es una.
P.S.2 He ido a la presentación del libro de un amigo, del que probablemente escribiré en breve. Rey de la levedad donde los haya. Y escribe sobre cosas muy profundas y muy serias, que conste.
P.S.3 También hemos descubierto un nuevo restaurante en Gracia, Santa Magdalena. Muy auténtico y con buen producto. Cuina de barri y la evolución de un viejo conocido que recupera la cocina de siempre.
✔ Trucos y trastos
Un trastillo que no tenía y que me ha hecho ver la luz (nunca mejor dicho). Esta lamparita para leer en la cama, ha sido todo un descubrimiento.
Lo sé, es más viejo que ir a pie, pero igual tú eres de esas personas, como yo, a las que les cuesta, a veces, ver las cosas más evidentes. Para otras cosas, soy más lista que un lince. Hombre ya! Que este mail me está dejando absolutamente retratada.
→ Si has llegado aquí por casualidad y quieres recibir más mails como este…
→ ‘Compartir es vivir’, así que, si te ha gustado este email, compártelo con alguien a quien creas que también le va a gustar.
→ ¿Quieres contarme algo? Avanti…
Pues si, hay que saber estar en todos los sitios y circunstancias, y para eso se aprende, o no. Y luego está el porte de cada cual, que con mejor o pero fortuna sabrás que decir, pero siempre hay que tener las palabras adecuadas, pero no impostadas eh?!, con sinceridad. Y eso nos puede llevar a decir algo en determinada situación que no queda del todo bien, pero están dichas. Y con la edad he aprendido que es mejor ser positivo, por que las cosas y la vida vienen como vienen, y la muerte de un familiar pues puede ser un momento difícil. Lo que no hay que hacer es ir de negro, sobre todo recuerda que si me adelanto, nada de negro! ah! ya lo tengo dicho, hacerme una fiesta, lo siento, se que será difícil, pero actitud y divertiros!!! Ala, a vivir, que son 2 días.