Gildas, torreznos y una historia de botellón
(Por qué será que me gustan tanto las historias que tienen que ver con el comercio y el bebercio// Este es mi envío n.º 149 //).
✏ Desde mi escondite
Hoy escribo desde Málaga. Me he venido a celebrar un cumpleaños especial. Me pilló la lluvia y de qué manera. Todo bien por aquí. Los malagueños han sido un ejemplo de prudencia. De todo se aprende.
Work in progress
Aquí te pongo un poco al día de lo que tengo entre manos a nivel profesional. Para que vayas viendo en qué ando:
Preparando un par de propuestas nuevas que, si salen, me van a dar rock’n roll. Vuelvo a rememorar viejos tiempos investigando sobre alimentos ecológicos y lo combino con estrategias de comunicación y automatizaciones de mails de bienvenida.
☕ Cotidianidades Extraordinarias
—Cuéntame la historia. Le dije a la chica que nos estaba atendiendo.
Acabábamos de sentarnos en un restaurante nuevo de Málaga. Chiquitito, coqueto y decorado con mucho gusto.
—Lo hemos hecho casi todo nosotras, nos dijo.
¿Sabes cuando tienes la sensación de que vas a estar a gusto y todo te va a gustar?
Mantel de tela blanco combinado con vajilla Duralex azul, a juego con los cuadritos Vichy de las servilletas, que a su vez combinaban con la decoración del techo, que contrasta con el color naranja de las lámparas, que recuerdan a un diseño de los años 50 de Jean Prouvé…
Que sí, que se lo habrán hecho casi todo ellas, pero muy bien asesoradas.
Lo que quería que me contara era la historia del vino que nos estaba recomendando.
—“Coche discoteca”, se llama.
Con ese nombre, seguro que la historia tiene su qué.
—¿Conocéis a Samuel Párraga?
Claro. Un tipo especial. Al igual que sus vinos. Tenemos una botella de Rapagón decorando un rincón de la cocina nueva.
—Bueno, pues resulta que el muchacho volvía de un concierto con unos amigos en Alhaurín de la Torre, y se pararon en un aparcamiento a probar el nuevo vino natural que estaba elaborando y que llevaba en el maletero. Ya puestos, dale un poco de música. Botellón, pero al estilo eco. Todo muy bien, hasta que llegó la policía. Y les multó. El motivo de la sanción fue: “Coche discoteca”. Así que decidieron ponerle ese nombre al vino y venderlo para sufragar el importe de la multa. Una edición limitada de muy poquitas botellas. Algunas en nuestra vinoteca.
Yo ya estaba con los ojos como platos y los oídos a toda marcha.
Como el vino era un Orange y nosotros somos más de tinto, acabamos pidiendo un Sedella, también malagueño y también con una historia muy curiosa: las vides son centenarias y se cultivan de manera artesanal, usando animales de tiro, arados romanos y técnicas ancestrales. Recuerdo que una vez, en un restaurante de Valencia, el propietario nos contó esta historia con un brillo en los ojos que ha hecho que pidamos este vino siempre que lo encontramos, que no es fácil.
Pues ya tenemos el plan:
Todo muy local. Vino malagueño y partenaires malagueños, en un restaurante recién inaugurado que también tiene una historia y un hilo conductor muy potente (que me gusta a mí lo del hilo conductor).
Es una casa de comidas que quiere recuperar y reinterpretar recetas tradicionales de las abuelas y de la gastronomía local y reivindicar el papel de la mujer en la cocina.
“Ella lo guisa, ella lo asa”, es su claim.
Y como dicen que la velocidad se demuestra andando, allí estábamos dispuestos a dejarnos sorprender por cosas de toda la vida (curioso, ¿no?).
—Vamos a pedir unas gildas.
—Aquí tenéis: Boquerón hecho en casa, piparra encurtida en casa, aceituna partida, tomate semiseco confitado por nosotras, queso de tetilla ahumado y yema tostada con pimientos del piquillo, sobre patatas chips caseras.
A esa maravilla le siguieron unas croquetas de pollo guisado con manzanilla, unos torreznos caseros con patatas revolconas (que ¡buah!), una tortilla de papas con pimientos y el arroz con corte de vaca madurada y jamón ibérico.
No te digo más. Solo que vayas a probarlo si tienes ocasión.
Se nota cuando se hacen las cosas con gusto y desde el corazón. Y cuando se les pone cariño, no pueden salir mal. Ya sea una gilda, un vino o lo que se tercie.
Yo ese día disfruté especialmente. Ya te he dicho que la compañía era top y la comida muy rica, pero es que, si además, se juntan un montón de historias curiosas (y bastante cotidianas, de las que a mí me gustan) yo estoy en mi salsa.
Reivindico, siempre, el poder de las historias, porque tienen muchísimo valor y dan muchísimo juego.
Tú también tienes la tuya. Solo tienes que contarla.
Puedes leer más sobre esto aquí, aunque lo mejor es que pienses en la tuya y empieces a darle forma para poder contarla.
Si quieres, yo te ayudo.
☘ De remate
No te vayas sin esto:
P.S. Aquí tienes todas las referencias de las que te hablo en el mail:
La casa de comidas: Juana Paloma (una alusión al famoso “yo me lo guiso…”, en clave femenina)
El vino que no tomamos y que nos queda pendiente, Coche Discoteca.
Del que sí dimos buena cuenta, Sedella.
El máquina de los vinos naturales de Málaga, Samuel Párraga. Vale mucho la pena que le conozcas un poco más. A él y a sus vinos.
La botella que adorna nuestra cocina, es de Rapagón.
Y hasta aquí mis recomendaciones de hoy. Bueno, y que si puedes, te eches buenos amigos en Málaga, que te descubran sitios como este o que te cocinen el arroz en casa, que ese fue el plan de ayer.
P.S. 2 Otra recomendación que te hago es que confíes los contenidos de tu proyecto a alguien a quien le apasionen las historias, verá qué cosas más chulas salen. Ya sabes a quién te recomiendo yo.
✔ Trucos, trastos y recomendaciones varias
Hace unos días, descubrí, a través de Pascual (el de los vinos de Descorchify) lo que escribe uno de sus socios. Como le dije, Dios os cría y vosotros os juntáis, porque ambos me tienen pillada con sus textos. Y para mí, eso es oro. Lo de Luis me tocó bastante la fibra, y empecé a leerlo. Aquí te dejo el artículo que me encantó, por si te apetece y quieres seguirlo. Otro máquina, que no sé de dónde saca el tiempo para hacer tantas cosas.
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