Cuidar o cuidarse. Qué difícil a veces.
(Una historia de amistad, cansancio, broncas y arroz con azafrán. ++ Este es mi envío n.º 174 de Cuento Cosas).
✏ Desde mi escondite
Hoy escribo desde Barcelona. Siguen los días intensísimos, llenos de imprevistos, sorpresas bonitas, buenas noticias y algún disgusto. La vida, ni más ni menos. Con este ritmo, a veces se me olvida poner atención a mis cosas importantes. Bueno, digamos que se trata de ser consciente de que hay muchas cosas importantes y que, a la vez, todo es tan relativo…
☕ Cotidianidades Extraordinarias
Jueves, 21.30 h. Plovisqueja.
Voy a cruzar la ciudad por quinta vez hoy. Estoy cansada y amenaza lluvia. He quedado para cenar a unos cuantos kilómetros de casa. Estoy a un tris de cancelar.
Aunque algo me dice que tengo que ir. Me siento en deuda con las amigas con las que he quedado. Sobre todo con una de ellas. Está en un proceso delicado de salud, y eso la tiene bastante agobiada. Porque es culo inquieto, y estar de baja le sienta como una celda sin barrotes pero sin salida.
De baja y trabajando desde casa. No debería. Ella lo sabe, nosotras lo sabemos. De hecho, lo sabe todo el mundo. Pero ahí sigue.
—Mis clientes me necesitan, no puedo dejarlos colgados. Y no puedo hacerles esta putada a mis compañeras.
Así estuvo también durante todo el confinamiento. Con un ERTE y trabajando desde casa.
—Vosotras haríais lo mismo en mi lugar.
Pues mira, ya no. Una de las cosas que tiene cumplir años y peinar canas es que vas aprendiendo a poner límites. Sobre todo, con las personas que no te tratan bien. Y a ella, no la están tratando bien. Peor, la están maltratando y no la están cuidando nada. A ella, cuyo tercer apellido es “cuidadora del mundo”.
Desde estas líneas, quiero pedirle disculpas. Por dos cosas.
La primera: no haber estado pendiente de ella durante su baja.
¿He pensado en ella? Todos los días.
¿La he llamado? No. Tarjeta roja pa’ mí. Demasiado ocupada con mis cosas, posponiendo el contacto un día tras otro.
—Mañana, con calma la llamo.
La segunda: que cuando la veo, en lugar de mimarla, le echo una bronca monumental por estar trabajando cuando tendría que estar haciendo justo lo contrario: nada.
Y aunque sé que tengo razón, cuando volvía a casa en moto (otro día te hablaré del poder reflexivo que tiene mi moto bonita), me sentí fatal.
A veces, hace falta que alguien cercano, que te quiere mucho, te diga que no vas bien para que abras los ojos y reacciones. Pero eso no siempre entra bien, sobre todo si estás pasando un mal momento.
—Es que se me han juntado unas cuantas cosas y estoy insoportable. Soy una pringada y una gilipollas—, sus palabras textuales.
Y yo, en modo coach de pacotilla: —Háblate bieeeennn. Sé impecable con tus palabras. Hablarte así no te ayuda nada (ñiñiñiñi).
Así que la pobre aguantó el chaparrón estoicamente (el mío y el de las otras dos, que tampoco escatimaron en lindeces), sosteniéndose entre copazos de vino y sushi.
T., bonita mía, yo lo he hecho porque te quiero y sabes que mi manera de querer es siendo directa y yendo al grano. Aunque duela.
Le pedí permiso para contar esta historia. Que seguramente suene a justificación, pero en el fondo es una declaración de amor, Moni style.
Nos conocemos desde hace más de 30 años. Esa antigüedad no me da licencia para ser implacable, pero sí para ser yo. Y en este grupo, eso no se discute. Nuestras vidas no se parecen en nada, tenemos estilos distintos, pero nos queremos. Y eso basta.
Con pocas personas me he reído tanto (no, descojonado viva) como con ella. En Nápoles, en Nueva York o en la Pobla de Montornès. Cocina como los ángeles, tiene trucos buenísimos y un perro que se llama Max. Tiene que ser guay, sí o sí.
Le gusta cuidar. Mucho. Y lo hace muy bien. Ahora tiene que cuidarse ella. Mucho también. Porque lo necesita. Aunque siga creyéndose una especie de superwoman en versión mejorada y aumentada.
Sirva esta ventanita para decirle, a mi manera, que la quiero mucho.
Porque, entre otras cosas, nadie hace el arroz con tanto cariño ni con hebras de azafrán que se confunden con los bigotes de las gambas. Cookies de mil sabores. Y sal de jamón. Ella es así.
Hoy no quiero vender nada. Bueno, sí: un consejo no solicitado. Dile a las personas de tu círculo que las quieres. Aunque sea de una forma rara, distinta, incómoda. Aunque sea a tu manera. Que es la única forma válida.
Cuidémonos mucho. Los unos a los otros, sí. Pero sobre todo a nosotros mismos. Si estamos bien, lo demás va solo.
☘ De remate
No te vayas sin esto:
P.S. Este texto quizás tendría que estar en un diario más íntimo. Pero esto se llama Cuento Cosas. Y eso hago. Contarlas. Las buenas, las no tan buenas y las que me salen del corazón.
P.S.2 A “las otras”, M. y K., también las quiero mucho. El año que viene nos tomaremos unos vinos en Burdeos y en otros pocos años, lo haremos en una huerta, rodeadas de gallinas. Promise.
P.S.3 Ah! Que es la primera vez que estás por aquí y no sabes de qué va esto ni lo que hago. Pues pásate, que te cuento.
✔ Trucos, trastos y algo más
¿Te he hablado ya de Toggl? Seguramente sí. Pero con tanto mail y recomendación, puede que me repita. No me lo tengas en cuenta.
Toggl es una herramienta que te permite monitorizar el tiempo que dedicas a tus tareas. Yo no la exprimo al 100 %, pero tengo todo categorizado por clientes y proyectos, y me ayuda a saber si estoy aprovechando bien el tiempo. O si me estoy autoengañando.
Algo más…
Estuve en Los Tortillez. Tenía las expectativas altas (craso error), pero tengo que decir que la tortilla no es mejor que la mía, la de mi madre, o la de mi amiga R., que es la reina del tortilleo (entiéndeme, de ese de huevos, patata y cebolla).
En cualquier caso, para una caña y una tortilla de la abuela, cumple. Además, emplean a personas en riesgo de exclusión social. Y tienen una narrativa chulísima. Y a mí, eso me pierde.
🫢 Palabras Improbables
Cada semana, una palabra común con un significado que no esperabas. Inspirado en Verbolario de Rodrigo Cortés, porque el lenguaje siempre tiene sorpresas.
Quererse, v. prnl. Buscarse a alguien hermoso para que sujete el espejo.
📷 La imagen
Napoli, 2022. “Tiene todo lo que me molesta: ruido, caos y tráfico. Pero me encanta”, T. dixit. El viaje fue la bomba. Y a nosotras nos gusta celebrar con limoncello, que nos suelta la lengua y nos descarga el alma.
→ Si has llegado aquí por casualidad y quieres recibir más mails como este…
→ ‘Compartir es vivir’, así que, si te ha gustado este email, compártelo con alguien a quien creas que también le va a gustar.
→ ¿Quieres contarme algo? Avanti….