Pasamos el domingo paseando entre los puestos de Mercantic.
Hacía tiempo que no iba y me pareció una buena manera de pasar la mañana. Aunque el ‘vermut rico’ que nos recomendaron los floristas al unísono, fuera un Martini. El entorno era tan guay que nos supo a gloria.
En una esquina, había un músico tocando. Nos pareció brutal.
–– Qué voz tan bonita tiene, ¿no? A mí se me han puesto los pelos de punta.
Mientras le escuchábamos, entramos en una de las tiendas y una señora le decía a su acompañante:
–– Uf, la música está tan alta y molesta tanto que no oigo nada.
En la tienda de al lado, se vendía una gran mesa de madera con una veta grisácea enorme en el medio.
Yo:
–– No me gusta nada. Con lo bonita que podría ser sin eso en el centro.
Detrás de mí, otra señora:
––Uy, qué mesa tan preciosa. Me encanta.
Lo que para unos es maravilloso, para otros es infumable.
Siempre es así.
Gustibus non disputadum, o para gustos, los colores. Unos molan mucho, otros no tanto. Algunos nada.
Pero todo es relativo y todo depende de con qué lo compares, de quién opine, o del momento vital en el que te encuentres. Incluso puedes cambiar de opinión en función de si hace sol o hace un día de perros.
Bueno, todo está bien.
Hoy puedes tener clara una cosa, y mañana, según te levantes, cambiar de opinión, e incluso dudar de si era una buena idea.
A mí me pasa, a veces, con estos mails que envío cada domingo.
Algunas veces tengo clarísima la historia. Otras no tanto, aunque el objetivo lo tengo clarinete. Eso siempre.
A veces, me cuesta enlazar la historia con el objetivo del mail. Bueno, pues tengo que dedicarle un poquito más de tiempo.
En ocasiones, dudo de si lo que estoy contando le interesa a alguien. Las tasas de apertura me confirman que sí, que esto sigue interesando.
Un día pienso que he escrito un mail que es la leche y no tengo ni un solo comentario. Otro día que lo veo más flojito, resulta que recibo un montón de respuestas.
Ensayo-error. Hay que probar. E ir modificando y adaptando por el camino. Pero no dejar de hacerlo.
¿A ti te pasa?
¿Dudas de si escribir o no a tus clientes?
¿Te parece que no tienes nada que contarles?
¿Sabes que podrías entablar una buena relación con ellos, pero no te atreves?
Mira, tengo un servicio para ayudarte con esto.
Para despertar al monstruo escritor y cuentista (de contar cosas) que llevas dentro y darle alas y recorrido a tu comunicación.
Si estás ahí, que sí, que no, que no me atrevo, que no sé cómo empezar… LEE, coñe.
Y no te lo pienses mucho que a final de mes sube el precio.
¿Qué puedes perder?
No serán los 180 eurillos de ná que vale (de momento) este servicio. Te aseguro que estarán bien invertidos.
Lo que puedes perder si no entras, lees y compras, es la oportunidad de darle un superempujón a tu manera de comunicarte con tu público.
Vendas lo que vendas. Ya sea música en directo o mesas con o sin vetas. Todo funciona.
P.S. Hablando de Mercantic, y cosas que me han gustado esta semana:
He descubierto un sitio chulo con comida muy rica (no es barato, pero si no te pasas pidiendo, merece una visita). Ultramarinos Marín. Tiene una web que da penita, pero su barra y sus brasas de encina, olivo y almendro, nos encantaron. Y comimos unos chicharrones de llorar. Los mejores que he probado hasta el momento.
Volver a Fismuler y a su escalope vienés y su tarta de queso. Un clásico, ya. Pero qué clásico más apetecible.
No todo es comer y beber. Un paseo en bici por el Born es gratis y sienta maravillosamente bien.
P.S.2 No te me pierdas con las recomendaciones molonas, y despierta al monstruo.
-> Si has llegado aquí por casualidad y quieres recibir más mails como este…
-> ‘Compartir es vivir’, así que, si te ha gustado este email, compártelo con alguien a quien también pueda gustarle o serle útil.
-> ¿Quieres contarme algo? Avanti…