El otro día fui a un bar.
Eso no sería una novedad, sabiendo lo que me gusta socializar.
Pero esta vez fui a recoger una botella de vino tinto ecológico.
Era un regalo.
De esos que te sorprenden en una tarde de viernes y te sacan la sonrisa.
Hace unos días me escribió Enric.
Su mail decía así (literal):
“Desde hace un tiempo recibo tus correos. Estamos conectados por Linkedin pero no recuerdo por qué motivo y en qué circunstancia nos conectamos.
Ahora te escribo porque, a pesar de que no tengo previsto utilizar tus servicios de copy a corto plazo (...), acostumbro a leer tus correos. A veces me inspiran, otros los encuentro ocurrentes y bien es cierto que los leo a menudo.
Hoy he mirado tu web y veo que te gusta el “vino, tinto, del bueno”.
Nosotros (Bea y yo) hacemos vino, y he pensado que, por aquello de vincular la virtualidad y la realidad, me gustaría hacerte llegar una botella de nuestro vino. Puedes ver lo que hacemos en Bergonyó y Durall. Normalmente los mails quedan en spam, o en un “delete” rápido, pero en este caso, cuando el tiempo me lo permite me hacen pasar un buen rato.
Así que, si te parece bien y te apetece, me das una dirección y te hago llegar una botella de Llebrec que marida de narices con un buen jamón”.
¿Que si me parece bien? ¿Que si me apetece? ¡Pues claro!
Le contesté que si me mandaba el jamón le hacía la ola o un monumento, pero claro, no hay que abusar. Ya lo sé.
La ilusión que me hace que me hagan regalos, especialmente si es algo que se bebe (o se come) y más aún si viene por sorpresa.
No sabemos de qué nos conocemos, pero alguien le habrá recomendado a Enric que me siga. O a mí que yo lo siga a él.
Él, además de hacer vino, es coach, así que creo que entiende bastante de relaciones entre personas.
Y seguro que estará de acuerdo conmigo si digo que recomendar cosas buenas y que funcionan, es bien.
Gracias a que alguien nos recomendó, él me lee y se le ocurrió mandarme el vino.
Gracias a que me ha gustado su vino, yo lo recomiendo por aquí (al final, como siempre)
Las recomendaciones de las personas que conocemos tienen valor. Gran valor.
Sobre todo si son de personas en las que confías.
Yo te voy a proponer algo en breve.
Algo que solo podrán conseguir algunas personas de esta lista. No todas.
Y va de recomendaciones. Te lo contaré la próxima semana. Que hoy me voy de vinos.
Pero te doy una pista:
¿Puedes ir pensando si conoces a alguien a quien le iría de narices crear contenido para su newsletter? ¿O para los mails de sus clientes?
Guarda su nombre, que te va a hacer falta.
Mientras tanto, pasa por aquí si quieres escribir correos para vender mejor y para recibir, quién sabe, un buen vinito.
P.S. Enric descubrió que nos unía el buen vino tinto. ¿Quieres saber si a ti y a mí nos une alguna cosa? Lee por aquí.
P.S. 2 Las 3 #cosasquemegustan que te recomiendo esta semana:
El Llebrec de Bergonyó y Durall. El vino de Enric, vamos. Es verdad que marida súper con un buen jamoncito. Ellos dicen también que maridado con fresones se intensifica la fruta roja que lo caracteriza.
Pasar un buen rato en el Ateneu Barcelonès. Sus espacios respiran (rancio) abolengo y cultura. Y su jardín es pura calma en el centro de la ciudad. Su web, eso sí, necesita un buen meneo.
Un mollete de lomo en manteca colorá, en el Bar Roper, en El Palo. Junto al mercado, un desayuno no apto para la operación bikini.
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