🖊️+🎙️ #102| La famiglia, batallitas y tomarse una caña para entender.
Este verano, en una cena con amigos, empezaron a salir en la conversación varias historias familiares.
Padres que no estaban casados y nadie lo sabía.
Hermanos adictos y con problemas. Prisión, alcoholismo, drogas.
Un padre que se salió de cura para casarse con la madre, que había pasado su niñez en un orfanato.
Maltratos de pareja. Gritos y muchos hijos.
Auténticos dramas.
Y yo pensando que mi familia era peculiar. Visto lo visto, es bastante del montón. Tirando a aburrida.
Cada vida son decenas de historias. Unas más épicas y dramáticas. Otras más comunes.
Yo les escuchaba con la boca abierta y pensando en cómo escribir sobre todas esas movidas de familia que a veces (la mayoría) no te apetece compartir, pero que son la memoria histórica de cada clan.
A mí me daban un juego increíble.
A raíz de esa cena, decidí dos cosas:
Contar las historias de mi familia. Aún no sé cómo voy a hacerlo. Llevo varios meses dándole vueltas y tratando de encontrar la manera. Ya llegará.
El motivo es que me da mucha pena que se pierdan esas historias cuando mis padres ya no puedan contármelas y nadie pueda narrar las batallitas (y batallazas) del pasado.
Lo que queda escrito, no se olvida.
También decidí usar ese símil de las historias familiares para explicar a mis clientes que todas (TODAS) las personas (y las empresas) tienen muchas cosas que contar.
––No, es que en mi familia nunca pasa nada.
¡Ja!
Rasca un poquito, investiga, pregunta y verás lo que sale. Flipas.
Con los negocios, igual.
Clientes que me dicen:
––Es que yo no sé qué explicar. No tengo historias, ni anécdotas.
¡Ja!
Rasca un poquito, investiga, pregunta y verás lo que sale. Requeteflipas.
Y es verdad: cuando le damos unas vueltas, salen mil cosas para explicar.
El quid está en cómo contar esas cosas. Esas historias. Esas anécdotas.
Para mí, lo más importante es explicarlas con autenticidad, siendo honesta contigo misma y fiel a tus valores. Siendo tú misma.
Nada de querer adornarlas en exceso y darles una pompa que no tienen.
Cuenta tu historia como si te estuvieras tomando una caña en un bar con tu cliente, para que llegue a tocarle el corazón y la fibra. Para que conecte.
De manera cercana, con un tono conversacional. El mismo que usarías si le tuvieras enfrente.
Es un truco que parece muy tonto, pero es muy efectivo.
Cuando escribas un mensaje, léelo en voz alta y piensa si lo dirías igual si tuvieras al cliente delante. Si la respuesta es sí, well done.
Si es que no, hay que reformular.
¿Fácil? No siempre.
Para eso me tienes. Para echarte un cable. Y ayudarte a usar la autenticidad y la honestidad a la hora de escribir tus textos.
Ya sea que los escribas tú, o que lo haga yo por ti.
Tengo diversas fórmulas para eso. Las tienes todas aquí.
Si no encuentras la que te encaje, hablemos. Incluso podemos tomarnos una caña en un bar. Para entender bien lo que te digo.
PS. Un truqui: apunta en las notas de tu móvil historias que recuerdes, momentos, anécdotas. Así tendrás como un ‘vivero de ideas’ que podrás usar más tarde.
PS2: Este mail viene con regalito. Voy a hacer una prueba y es enviar el mismo contenido que escribo grabado en un audio. Por si te sientes más ‘escuchador’ que lector, o por si no tienes tiempo de leerme en tu ajetreado domingo y prefieres escuchar mis cosas mientras haces las tuyas.
Nuevos formatos. Probando, probando.
Este mail tiene 590 palabras.
60 minutos para escribirlo y 15 para editarlo. Casi 3 minutos de audio. La ventaja, es que el audio lo puedes acelerar :)
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